Escuela Especial Dora Alonso: un espacio azul para los niños con autismo

La Escuela Especial de Autismo Dora Alonso fue inaugurada el 4 de enero de 2002, a partir de entonces los niños con este trastorno tuvieron un lugar donde desarrollar sus potencialidades.


Hasta enero de 1959, la Educación Especial en Cuba era prácticamente inexistente. Para más de 6 millones de personas existían 14 instituciones para darle atención a 134 niños con deficiencias intelectuales, auditivas, visuales, trastornos del lenguaje. La mayoría de estas instituciones eran mantenidas de forma privada o financiadas por patronatos. No existía uniformidad de criterios teóricos y metodológicos en relación con la Educación Especial, sino que cada centro era regido por criterios pedagógicos personales de quienes lo dirigían.


En la década de los años 50, se crea en Santiago de Cuba, por la Superintendencia de Educación, la primera clínica psicopedagógica con la finalidad de efectuar la evaluación, el diagnóstico y las recomendaciones de los menores con severas deficiencias en el aprendizaje.

“Hay que ser personas verdaderamente consagradas al servicio de los demás; uno puede apreciar, cuando los ve ahí con su alumno, el incesante trabajo, el esfuerzo y además, la infinita satisfacción que experimentan cada vez que logran un avance”. Así se refirió Fidel sobre los maestros y personal en general de la Escuela Especial de Autismo Dora Alonso, situada en Ciudad Escolar Libertad, en el municipio de Marianao, al inaugurarla el 4 de enero de 2002, cuando se cumplían 40 años de la Educación Especial en Cuba. 

Durante 18 años de labor, la escuela ha adquirido reconocida experiencia en la educación de los niños con autismo, quienes a partir de entonces contaron con los recursos materiales y humanos para su atención individualizada e intensiva, acorde a sus requerimientos particulares. 

Nuevas transformaciones se realizan cada curso en el currículo escolar, conforme a los requerimientos y necesidades educativas de los estudiantes. Cada aula tiene una maestra y una auxiliar pedagógica. Además, cuentan con un equipo de especialistas integrado por logopedas, psicopedagogas, fisioterapeuta, profesora de educación física, computación, educación musical, médico y enfermera. 

La escuela tiene carácter de tránsito, es decir, los niños permanecen dos cursos o más para luego insertarlos o incluirlos en otras enseñanzas. Esto no ocurre con todos, se tiene en cuenta el progreso de cada uno por lo que en cada inicio de curso, tras un mes de evaluación, se define quien está preparado para la inserción. 

Durante este proceso se prepara al niño y a la familia. Se delimita un plan de acciones concretas que las realizan las maestras de apoyo al tránsito. Esto sucede de forma paulatina y debe adiestrarse al maestro que lo atenderá en la nueva escuela. Cuando el niño pasa de manera definitiva al nuevo sistema de enseñanza, se mantiene un seguimiento por las maestras de apoyo. 

Desde su fundación hasta el 2012 los que no lograban insertarse permanecían en ella hasta los 18 años. Debido al significativo incremento de niños diagnosticados con este trastorno, desde el curso 2012-2013 se decidió crear la Cheché Alfonso, en El Vedado, para atender a los estudiantes de 7 a 18 años. Por la misma razón, en el 2017 surge otra escuela en el municipio de Guanabacoa, para atender a los más cercanos a esta localidad. 

Lamentablemente un elevado por ciento no logra insertarse a otras enseñanzas, ya sea por problemas de adaptación o por su bajo nivel de desarrollo. En estos casos permanecen en la escuela hasta los 6 años. Al arribar a dicha edad tienen que trasladarse hacia una de las escuelas creadas para los alumnos entre 7 y 18 años, según el lugar de residencia. 

Como toda obra, la Escuela Dora Alonso ha tenido logros y desaciertos. Hoy día muchos padres no pueden evitar sentir añoranza por aquella instalación inaugurada por Fidel, con los recursos necesarios para tratar a niños con autismo. Pero sobre todo porque allí tuvieron la oportunidad de intercambiar sus primeras experiencias con familias y maestros, lo cual hizo más llevadero su destino. 

Una pintura azul en la pared 

No es fortuito que en el vestíbulo de la escuela haya una pintura mural que evoca la historia “El cochero azul”, de la escritora cubana Dora Alonso, quien había fallecido en el 2001, entonces decidieron que la escuela llevara su nombre, para honrar a quien había dedicado gran parte de su obra a incentivar la imaginación de los niños. 

Hace unos años descubrí que el 2 de abril de 1988 Dora Alonso había escrito una “Carta autobiográfica al Patito Feo” motivada por la fecha en que se celebra el Día Internacional del libro infantil, en homenaje al natalicio del escritor danés Hans Christian Andersen, autor de inolvidables cuentos infantiles, entre ellos este conocido cuento. 

En la carta le cuenta al patito que de niña era muy fea, por lo que los niños de su pueblo se burlaban de ella. Solo se sentía feliz entre los árboles y algunos animales que siempre la acompañaban. Cuando tenía 10 años le regalaron un libro en el que descubre la historia de un patito tan feo y triste como ella, pero al final dos grandes y bellísimas alas blancas lo elevaron sobre el corral, hasta situarlo en el espacio azul, entre la luz más pura. 

En ese instante algo cambió dentro de ella y surgió el deseo de hacerse valer y afirmó: “La vida es generosa y a todos ofrece cabida, caminos y horizonte, siempre que no perdamos el valor o no nos falte la voluntad”. A partir de ese día, su vida se transformó y comenzó a observar todo lo hermoso y bueno que descubría a su alrededor. Creció y se hizo una muchacha con la aspiración de ser escritora, lo cual logró con gran esfuerzo al sobreponerse a cualquier dificultad. 

De manera similar, los maestros de la escuela que hoy lleva su nombre realizan una labor diaria y persistente para estimular el desarrollo de los niños con autismo. Estos por lo general no son capaces de comprender que la pintura en el vestíbulo de su escuela tiene alguna relación con la obra de la escritora y que el cochero azul viaja por un mundo imaginario, porque debido a su trastorno les resulta muy difícil esa asociación de ideas; es posible que con mucho esfuerzo algún día lo logren. 

Los padres también quisieran que su hijo pudiera hablar e insertarse en una escuela de enseñanza regular. Algunos lo consiguen, pero es un camino tortuoso, lleno de incomprensiones e incertidumbre, y a hasta de burlas, por lo que muchas veces la familia percibe el rechazo hacia su hijo y de alguna manera sienten que es como el patito feo. 

Y quizás es coincidencia, pero en todo mundo el color azul simboliza el autismo y cada 2 de abril se celebra su día mundial, momento de sensibilización acerca de las personas que padecen este trastorno, quienes en apariencia viven en su propio mundo, pero en realidad son parte de nuestra vida, en la que todos tienen cabida, caminos y horizonte, mientras no nos falte la voluntad para intentar que un día logren comprender el significado de una historia o una pintura en la pared.

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